Fórmula 1
Cuando Schumacher cayó en su propia trampa
Recuerdo aquel fin de semana tan emotivo como caluroso en Jerez de la Frontera. Como nunca se respiraba un ambiente tenso, distinto, apasionante en el paddock español de la Fórmula 1. Para los enviados argentinos, también era distinto. En lo deportivo, porque el cierre de la temporada contaba con la definición del título (Michael Schumacher aventajaba por sólo un punto a Jacques Villeneuve) y además un argentino en la grilla, ya que era la última (y así fue literalmente) carrera de Norberto Fontana en la máxima categoría. Y en lo profesional, muy agitado, ya que en la Argentina había elecciones legislativas y toda la atención deportiva (el sábado se jugó el Superclásico con el retiro de Diego Maradona) se posaba únicamente en el GP de Europa.
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Aquel sábado presagiaba un fin de semana único por una llamativa curiosidad: en la clasificación tres pilotos compartieron el primer lugar, ya que los pilotos de Williams, Jacques Villeneuve y Heinz-Harald Frentzen, y Michael Schumacher con la Ferrari, habían marcado 1m21s072/1000. Insólito.
La mañana del domingo fue por demás tensa. Todos hablaban de posibles toques en un circuito angosto en el sur de España. Quizá las definiciones con Damon Hill, con roces incluidos por parte de Schumacher, invitaban a este tipo de pensamientos. Que fueron presagios.
Sólo un punto los separaba en aquel domingo de cierre de temporada, en favor de Schumacher. Si ambos abandonaban, el título quedaba en manos del alemán. Por aquel entonces, la escala de puntos repartía 10 al vencedor y luego se distribuía con 6, 4, 3, 2 y 1. Eran tiempos en los que los españoles aún no estaban interesados en la Fórmula 1. Fernando Alonso todavía no había irrumpido con esa fuerza que generan los elegidos, que permitió a ese país ser protagonista de la disciplina.
En el giro 48, a 21 de la bandera a cuadros, se produjo el incidente que todos temían. Y que llegó. El Williams se mostraba firme y alcanzó en la recta principal a Schumacher, para superarlo en la primera curva. Los dos a fondo, arriesgando en cada metro, en cada maniobra, en cada aceleración. Pero la irresponsable actitud del alemán de intentar sacar a su rival de manera sórdida volcó todos los méritos sobre Villeneuve, que por apenas milésimas fue la víctima de la definición. Y esta vez, el infractor pagó por su reprochable postura. Buscó la manera más sucia de ganar el título, le pegó y con sus armas se despidió de la ilusión. Villeneuve, campeón. Schumacher, más que un perdedor. Un mal perdedor.