Fórmula 1
EL PEOR ENEMIGO
Todo el mundo recuerda los grandes duelos de la historia de la F-1, desde Ascari-Fangio a Schumacher-Hakkinen, pasando por Clark-Surtees, Stewart-Fittipaldi y Lauda Hunt. Pero las auténticas rivalidades son las que se producen en el seno de un mismo equipo (al estilo de la que protagonizan ahora en el automovilismo local Néstor Girolami y Agustín Canapino, salvando las distancias) en las que, además de pelear en la pista, se disputan recursos humanos y técnicos, y los escándalos suceden tanto fuera de los boxes como dentro de éstos
10. Hamilton-Rosberg. Es reciente, es actual, pero contiene todos los ingredientes para reservar un lugar en este contexto histórico. Desde el toque de Spa 2014 al título del inglés, desde la polémica de Mónaco a esta pelea abierta (y que tendrá un nuevo capítulo el domingo en Silverstone), el inglés y el alemán pelean por las milésimas, y las simpatías de un equipo financiado por alemanes pero establecido en Inglaterra. Pronòstico abierto.
9. Fangio-Farina. El balcarceño venido del otro lado del mar, aunque para los peninsulares era “el ìtalo-argentino” contra el veterano de batalla de preguerra, nunca falto de un truco gris para ganar posiciones o mandar rivales al hospital (aunque Enzo Ferrari lo defendió vivazmente su libro “Pilotos, qué gente”). Convivieron dos años en Alfa Romeo, el primero junto al declinante Luigi Fagioli (el mismo que al cabo del GP de Tripoli de 1937 le tiró un martillo a su compañero del equipo Mercedes Rudi Caracciola) en el que se repartieron los triunfos (tres para cada uno) pero que el italiano ganó por solo tres puntos (30 a 27), pero en el segundo, cuando Ferrari se convirtió en un opositor de fuste, Farina dejó de ser rival para que Fangio, que ganó su primer título mientras el italiano quedaba cuarto detrás de Alberto Ascari y de José Froilán González.
8. Siffert-Rodríguez. Entre 1970 y 1971 fueron compañeros por partida doble: en BRM en la F-1 y en la escuadra oficial de Porsche en autos sport. Eran capaces de tocarse en la primera curva, como sucedió durante los 1.000 Kilómetros de Spa del ’70. Los dos poseían un enorme talento para los movimientos políticos pero el mexicano era más rápido que el suizo a bordo del Porsche 917. Ganaron un GP cada uno con la BRM (Bélgica 1970 para Rodríguez, Austria 1971 para Siffert) pero ninguno de los dos sobrevivió para celebrar el año Nuevo de 1972.
7. Vettel-Webber. “No está mal para ser un número 2” se felicitó a sí mismo el australiano después de ganar en Silverstone. El pretendido status de igualdad en el equipo RedBull parecía no cumplirse nunca y el mal disimulado favoritismo por el alemán derivó en crudos enfrentamientos. Aunque en los resultados (Seb 4 títulos mundiales, Mark cero) nunca se hayan visto reflejados.
6. Alonso-Hamilton. El bicampeón contra el debutante, en un equipo como McLaren en el que las jerarquías se ganan en la pista, provocó que el 2007 fuera un año de ira en el seno de la escuadra inglesa, con acusaciones, intentos de extorsión, delaciones y un final acorde, cuando ambos rifaron el título que se llevò Kimi Raikkonen (Ferrari).
5. Lauda-Prost. Lo más parecido a un duelo de mosqueteros en la historia de la F-1. Un zorro viejo acechado por un mastín hambriento. Aquel año de 1984 entregó uno de los campeonatos más deliciosos que se recuerden, en el que el austríaco resignó la lucha de las clasificaciones por la delicada puesta a punto para los Grands Prix, para ganar finalmente el título por medio punto (72 a 71,5) después de 16 competencias. El francés aprendió de ello para convertirse luego en cuatro veces campeón mundial, devolviéndole el golpe a Lauda en 1985.
4. Reutemann-Jones. No es necesario ahondar demasiado en el caso, todavía sensible a la piel de los fanáticos argentinos. Jones, campeón mundial de 1980, no tuvo tanta suerte en el arranque del ’81, pero no renunció a sus chances de ganar el título. Del famoso cartel Jones-Reut de Río al indecoroso final de Las Vegas, cuando Nelson Piquet (Brabham) finalmente se quedó con el título mundial, toda una saga de enfrentamientos y rencores. “Hagamos las paces” le dijo Lole tras el final; “en tu culo” contestó groseramente el australiano.
3. Mansell-Piquet. El brasileño siempre adujo que Frank Williams le había prometido la condición de número 1 para llegar a la escuadra en 1986, pero no había leído historia. Con el inglés ya a bordo, la pelea se tornó durísima, y en todos los frentes: Piquet llegó a burlarse de la ausencia de belleza de la mujer de su compañero. Ese año estiraron la lucha hasta la carrera final, pero el título lo ganó Alain Prost (McLaren); al año siguiente, Mansell le ganó una carrera increíble en Silverstone (con una de las mejores maniobras de sobrepaso que se tengan memoria) pero Piquet se quedó con el campeonato con un Grand Prix de anticipación.
2. Villeneuve-Pironi. Ferrari era una delicia con Jody Scheckter y el canadiense, pero tras el retiro del sudafricano se acabó la paz. Didier Pironi traicionó a su compañero en el GP de San Marino 1982 y a la carrera siguiente, en Zolder (Bélgica), Villeneuve pagó el precio a tamaña rabia acumulada. Pironi tampoco llegó a ver el final de la temporada, carne de un accidente que casi le cuesta las piernas.
1. Senna-Prost. Aceptado por la crìtica como el gran duelo de los más de 60 años del Mundial de F-1, se robó la atención durante un par de temporadas, entre 1988 y 1989, cuando se disputaron los favores de McLaren (que parecía sentir simpatía por Prost) y de Honda (que apoyaba con admiración al brasileño). El primer año fue puramente deportivo, cuando entre ambos ganaron 15 de las 16 carreras del año –ocho Senna, siete Prost- pero el segundo fue rotundamente polémico, después de un diferencia sobre la interpretación de un acuerdo para la largada del GP de San Marino, que acabó en la archifamosa escena de la chicana de Suzuka, cuando el francés puso 1-1 el marcador en títulos mundiales, una vez que ya había anunciado su partida a Ferrari. En 1990, ya en equipos distintos, pelearon con la misma intensidad, aunque Prost ya había abierto otro flanco en su lucha interna con Mansell, y el campeonato terminó casi de la misma manera, con ambos afuera pero con Senna campeón. La rivalidad entre ambos solo aflojó cuando el francés dejó el automovilismo. La cordialidad que se estableció entre ambos, entonces, poco la aprovecharon.