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Falaschi: 10 años de aquel ruido del silencio

Se cumple una década del accidente mortal de Guido Falaschi. El dolor de una jornada que no se olvida.

Falaschi: 10 años de aquel ruido del silencio
Falaschi: 10 años de aquel ruido del silencio

Es el silencio frío e impactante que parece gritar con fuerza la mudez de un estado que sólo Dios puede gobernar. Es el mutismo que abruma en medio de una actividad ruidosa de por sí, y multiplicado por la multitud que se apasiona con el vértigo y la estridente función a toda velocidad. El golpe violento cambió el clima festivo de Balcarce por la estrepitosa y cruel llegada de la fatalidad. En una carambola impensada, a pocos metros de la bandera a cuadros, una serie de golpes dejó a Guido Falaschi a merced de la suerte, cruzado en medio de la pista, y fue golpeado por el Torino de Néstor Girolami, que protagonizó el golpe final. El que enmudeció a La Barrosa, presagiando lo peor.

El vaticinio fue acertado. La conmoción se adueñó de los boxes del autódromo Juan Manuel Fangio, al conocerse el fallecimiento de Falaschi, el piloto de 22 años que apenas 20 horas atrás ahí mismo celebraba con su sonrisa picaresca la tercera pole position en el Turismo Carretera.

La muerte enlutó al TC. En una jornada que se presentaba apasionante, con una multitud y una competencia que si bien no mostraba cambios significantes mantenía la expectación por el andar de los protagonistas.

La actividad en Balcarce comenzó mal. El viernes, en los ensayos, Agustín Canapino, el campeón saliente del TC, protagonizó el accidente más espectacular de la temporada, al quedarse sin frenos en la primera curva. "Realmente fue un milagro", admitió su padre, el reconocido preparador Alberto, que hasta llegó a preguntarle a su hijo, ileso increíblemente después del "vuelo", si no quería dejar de correr, pregunta que encontró una respuesta negativa.

Tras el ingreso del auto de seguridad en dos ocasiones, se disputaba la última vuelta (finalizaba por tiempo, ya que no llegaban a disputar los 25 giros pactados), y a poco más de 1000 metros de la bandera a cuadros Leonel Larrauri (Dodge) estaba por ser rezagado por el líder de la prueba, Mauro Giallombardo, y Guido Falaschi, que pugnaban por el primer lugar.

Luego de pasar por debajo del puente, Larrauri, avisado por las banderas azules que debía dejar paso a los punteros, se abre hacia la izquierda, en la curva que deriva a la trepada hacia la última cabecera. Allí pierde el control del auto y pega contra la hilera de neumáticos delante del muro de contención y el coche es regresado hacia la pista.

Giallombardo esquiva la desafortunada acción de Larrauri (apenas fue rozado), pero Falaschi, que estaba detrás del líder, se ve sorprendido y por eludirlo se descontrola su Ford y sale disparado hacia la derecha, pegándose contra la protección.

Allí comienza la serie de impactos. Guillermo Ortelli, tercero con su Chevrolet, choca en la parte delantera del Falcon de Falaschi, que vuelve a la pista y queda detenido en medio del camino, cruzado. Hasta que Girolami impacta directamente contra el lateral izquierdo del Ford, a unos 180 km/h, produciendo el gran golpe que sacudió a todo el autódromo.

Otros autos también se involucraron en el múltiple accidente, como Juan Manuel Silva, Norberto Fontana y Leonel Pernía.

El servicio médico y de rescate actuó en el lugar. Tras los primeros auxilios practicados dentro del automóvil, Falaschi fue trasladado por una ambulancia al hospital subzonal Felipe A. Fossati, donde se conoció la trágica noticia.

Mientras tanto, en el autódromo, la incertidumbre dominaba la escena, aunque la mayoría, por las características del accidente, esperaba la peor noticia. La atmósfera estaba del todo enrarecida.

Mauro Giallombardo, sin conocer las consecuencias del golpe que se había producido detrás de él, subió al podio, emocionado por su primera victoria en el TC. Apenas llegó, lo bajaron del lugar de festejos. Allí le explicaron cuál era la situación. Se quedó sentado en el sector del parque cerrado hasta que le informaron de la muerte de su rival y amigo, que conocía de los 7 años, de las épocas de karting. El llanto desconsolado fue desgarrador.

La madre de Falaschi, Graciela, se dirigió al hospital, llevada por el preparador Alfredo "Gardelito" Fernández. Y de a poco los pilotos, dirigentes (coincidieron que no era momento de hablar y se dedicaron a ayudar a los familiares de Guido) y los integrantes del equipo HAZ Racing, para el que corría Falaschi, arribaron al hospital.

El silencio frío e impactante que parece gritar con fuerza la mudez de un estado que sólo Dios puede gobernar continuaba. Aquel mutismo que abruma en medio de una actividad ruidosa de por sí, aún se mantiene con su particular eco que invita a reflexionar con el impulso que otorga el dolor. No hay consuelo para tanta angustia. Una jornada negra.

Extracto de la nota publicada en el diario La Nación, por el autor de la nota.

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