Fórmula 1
Las últimas horas de Ayrton Senna
Las vísperas de aquel fatídico 1 de mayo de 1994 fueron movidas para Ayrton Senna. Fueron días agitados para el astro brasileño. Disfrutó de la paz de su mansión en Portugal. Preparó la casa para comenzar a convivir con su novia Adriana Galisteu después del GP de San Marino. Soportó las presiones familiares que rechazaban a su pareja. Dejó sellado acuerdos con negocios a los que se dedicaría después del retiro. Lo acompañaron sus amigos a la carrera. Y ya en Imola, todo sería un tormento.
JUEVES 28 DE ABRIL
El jueves 28 de abril 1994, por la mañana, Senna salió a correr por las dunas como lo hacía habitualmente en la villa de Quinta do Lago, en el Algarve portugués. El tricampeón del mundo amaba ese lugar donde vivía durante el verano europeo y tenía el anonimato que necesitaba. Era un complejo de poco más de 800 hectáreas, con un hotel cinco estrellas, cuatro campos de golf profesionales, lagos, playas, muchos restoranes y una discoteca. El área, legalmente protegida desde 1987, era un hábitat natural único para más de 200 aves residentes o migratorias, incluidas varias especies raras y en peligro de extinción.
Su casa de cuatro habitaciones y paredes blancas, con una vista paradisíaca, había sido remodelada y redecorada durante el invierno, mientras Ayrton estaba en Brasil. Para 1994, pretendía pasar toda la temporada europea en Portugal, sin volver a su país. Ya hacía un mes que su novia, Adriana Galisteu, lo había despedido en el aeropuerto de San Pablo rumbo al comienzo de una nueva temporada de F1. Desde allí no se habían vuelto a ver. Pero ese sábado, la modelo de 21 años, viajaría para Quinta do Lago, donde esperaría a que su pareja llegara después de la carrera, para comenzar a vivir juntos.
Ambos estaban muy ansiosos de que llegara el domingo por la noche, para el rencuentro después de la carrera. La relación ya llevaba 14 meses. Senna empacó un pequeño bolso de viaje para las tres noches que pasaría en un hotel en San Pietro, cerca de Bolonia, mientras competía en el Gran Premio de San Marino. Pero algo lo perturbaba.
Su hermano Leonardo había llegado para acompañarlo a la carrera y llevar un mensaje familiar. Salvo su mamá, Neyde, ninguno aceptaba a Adriane. La noticia de la convivencia y la sensación cada vez más firme de la concreción del matrimonio, precipitó a la familia a persuadir a Ayrton para que cambiara de opinión.
Sin embargo, el ídolo brasileño estaba enamorado y había encontrado en esa rubia de piernas largas todo lo que pretendía de una mujer. La disputa familiar llevó a fuertes discusiones con su hermano aquellos días. Con ese clima, Adriane no podría reunirse con él en Imola durante el fin de semana, ya que se cruzaría con Leonardo. Si lo hacía, había peligro de una pelea pública y Ayrton Senna no permitiría ventilar su privacidad.
Además de su grupo familiar, Ayrton tenía un segundo círculo íntimo. Eran doce amigos encabezados por Antonio Braga, un adinerado brasileño que también dividía su tiempo entre Brasil y Portugal. Ellos sí recibieron a Adriane con cariño. A Senna le gustaba tenerlos a su lado. Y varios de ellos lo acompañarían a Imola.
Después de volver de correr por los senderos de Quinta do Lago esa mañana de jueves, Juraci -la ama de llaves, chofer y persona de confianza- les preparó el desayuno a Ayrton y Leonardo. Luego los llevó al aeropuerto de Faro, donde el capitán Owen O’Mahoney esperaba en el avión privado BAe HS125 de Senna, para llevarlos a Múnich a una reunión matutina con ejecutivos de Audi. Fue a cerrar un acuerdo para hacerse cargo de la franquicia de la marca de los cuatro anillos en Brasil.
Unas horas después, ya estaban listos para despegar nuevamente esta vez para el aeropuerto de Forli, cerca de Bolonia. Desde Forli, los hermanos fueron en helicóptero a Padua, a la fábrica de bicicletas Carraro. Ayrton selló allí un contrato para fabricar una bicicleta de fibra de carbono llamada Senna, que llevaría su famoso logotipo doble "S". Era el comienzo de su vida empresarial, a lo que dedicaría su vida después del retiro.
Alrededor de las 5:30 de la tarde, dejó la fábrica de Carraro y voló al circuito de Imola. En el camino recogió a Mike Vogt, director de marketing de TAG Heuer. A pesar del alejamiento del piloto de McLaren, equipo del que TAG Heuer era sponsor, Vogt todavía quería hacer negocios con él. Sabía que podía vender muchos relojes Senna a 2.000 dólares cada uno.
A las seis en punto, el helicóptero aterrizó en el helipuerto de Imola. Senna quería reunirse con su equipo e interiorizarse de las modificaciones aerodinámicas que estrenarían en ese Gran Premio. Habló con su ingeniero, David Brown, y conversó con el jefe de marketing de Williams, Richard West, antes de hacer un vuelo corto en el helicóptero hasta Castello, un hotel típicamente italiano en Castel San Pietro, ciudad balnearia ubicada a unos 10 kilómetros al oeste de Imola.
Como cada año, Senna se alojó en la suite 200. Justo arriba de la habitación de Frank Williams, y exactamente debajo de la de su ex jefe en McLaren, Ron Dennis. Era una carrera popular en el calendario y ese fin de semana, lo acompañaron siete amigos: su hermano, Leonardo; Julian Jakobi, su gerente; su amigo cercano y vecino en Portugal, Antonio Braga; Galvao Bueno, relator para la TV Globo; Celso Lemos, gerente de la compañía que tenía la licencia de la marca Senna en Brasil; Josef Leberer, su fisioterapeuta personal; y Ubirajara Guimaraes, jefe de su nueva empresa importadora.
Poco después de registrarse, tuvo su sesión de masajes con Leberer. Esa noche cenaron todos juntos en el hotel. Senna regresó a su habitación, justo después de las 10 en punto. Llamó a San Pablo, para hablar con su novia, Adriane. Ella estaba preparando su equipaje para volar a Portugal al día siguiente y ambos no pudieron disimular la emoción por teléfono.
VIERNES 29 DE ABRIL
Por la mañana, Senna fue en helicóptero al circuito a las 8:30, para empezar la actividad oficial en pista. A pesar de las pruebas previas en Nogaró, al sur de Francia, Ayrton era escéptico sobre los cambios realizados para poder darle pelea a Benetton. Después de las 9:30 am, Senna subió a su auto y completó 22 vueltas. Fue el más rápido con un tiempo de 1m21s598, más de un segundo más veloz que su compañero de equipo Damon Hill. A pesar de eso, Senna le manifestó a David Brown que creía que estaban tomando el camino equivocado con el auto.
A la 1 de la tarde, comenzó la primera sesión de calificación. Senna se puso pronto en lo más alto del clasificador. Pero a los 15 minutos del inicio de la sesión, se produjo el violento accidente de Rubens Barrichello. Ayrton no vio el accidente, pero cuando bajó de su auto se fue directamente al centro médico. El acceso estaba restringido y se metió por la parte de atrás. Cuando Rubinho recobró la conciencia, abrió los ojos y se encontró con Senna mirándolo con los ojos llenos de lágrimas y diciéndole: “Quedate tranquilo… Va a estar todo bien”. El ánimo del ídolo comenzaba a enrarecerse. Luego, Senna volvió a subirse al Williams y marcó el mejor tiempo del fin de semana, con 1m21s548.
Luego de la reunión técnica con su ingeniero, tuvo un encuentro con periodistas. Mark Fogarty, de la nueva revista Carweek, señaló que Senna no estaba concentrado: “Generalmente, cuando aceptaba hacer una entrevista, estaba atento a la charla. Esa vez simplemente no estaba enfocado. Sus respuestas fueron vacilantes y parecía vidrioso. Como si estuviese mentalmente agotado”. En el encuentro con la prensa se lo notó confundido, perdiendo el hilo de los pensamientos. Dijo que Imola era un circuito peligroso, que “no estaba bien en cuestiones de seguridad”. Y cuando le preguntaron por qué los pilotos no hacían nada al respecto, respondió: “Soy el único campeón del mundo que queda y he abierto mi gran boca con demasiada frecuencia. Con los años aprendí que es mejor mantener la cabeza baja".
Luego de la cena en el restorán la Trattoria Romagnola, con su hermano y amigos, volvió rápidamente a su habitación para hablar por teléfono con Adriane. Ella contó que él le dijo que “no veía la hora de verla”. Hablaron un rato largo sobre la relación entre ellos. La modelo le confesó que ya no tenía miedo de ser su novia. Y cuando hablaron sobre el accidente de Barrichello, Ayrton estalló en un llanto y su novia entró en pánico al sentir esa desesperación. Debieron interrumpir la conversación, porque Adriane debía ir a tomar el vuelo de Varig hacia Lisboa.
SABADO 30 DE ABRIL
El sábado volvió a la pista a las 9:30. En las 19 vueltas que dio, sintió mejor al comportamiento de su Williams. Esta vez había marcado 1m22s03. Se cruzó con Barrichello que había estado en observación toda la noche y le dijo que se volvía a su casa de Londres para ver la carrera por TV. A la 1 se puso en marcha la clasificación. A la 1:18, todo se volvió a paralizar en Imola. Se acababa de accidentar Roland Ratzenberger, con el Simtek. Golpeó contra el muro de la curva Villeneuve a 315 km/h. Senna vio las imágenes en el monitor de los boxes. Estaba aterrado.
Se dirigió a un carro de golf y le pidió al conductor que lo llevara hasta el lugar del impacto. Cuando llegó, ya se habían llevado en ambulancia a Ratzenberger. Senna inspeccionó el auto golpeado y pidió que lo llevaran nuevamente a los boxes. Fue al hospital del circuito. Sid Watkins lo llevó para afuera y le confirmó la noticia irreversible. Lloró en el hombro del médico de la categoría, con quien los unía una relación de amistad.
Según lo contó en su libro “Life at the Limit”, Watkins le dijo: "Ayrton, ¿por qué no te retiras de la carrera de mañana? No creo que debas hacerlo. Es más, ¿por qué no abandonas por completo? ¿Qué más necesitas lograr? Has sido campeón del mundo tres veces, obviamente sos el piloto más rápido. Deja todo y vamos a pescar". A lo que Senna respondió: “Sid, hay ciertas cosas sobre las que no tenemos control. No puedo renunciar. Tengo que seguir”. Esa fue la última charla entre los dos amigos.
De allí, Senna se dirigió al box de Williams. Invitó a Damon Hill y Patrick Head a una charla rápida. Les dejó claro a ambos que no tenía dudas de lo que acababa de presenciar en el hospital. Frank Williams le pidió que volviera a la pista. Ayrton se negó. Se quitó el buzo antiflama. Williams comunicó inmediatamente que el equipo se retiraba de la clasificación.
A las 2:15, cincuenta y siete minutos después del accidente, se anunció la muerte de Ratzenberger. Fue la primera muerte en un Gran Premio real desde que Riccardo Paletti perdiera la vida en el Gran Premio de Canadá, en Montreal, en 1982. El último piloto de Fórmula 1 que murió fue Elio de Angelis, en 1986, durante pruebas privadas.
Senna volvió a quebrarse en el interior del motorhome y no asistió a la conferencia de prensa. Los comisarios de la FIA no lo castigaron por eso, pero le llamaron la atención por meterse en la pista con un vehículo después del accidente de Ratzenberger. Ayrton no estaba de humor y discutió con el agente de la Federación, John Corsmit. No aceptó el reto y se marchó indignado. Solo Niki Lauda pudo charlar con él. El austríaco lo incentivó a reunirse en el Gran Premio de Mónaco con el resto de los pilotos para hablar de seguridad. Senna abandonó el circuito a las 5:30, con un aura de aislamiento que nadie se animaba a quebrar para acercársele.
En el hotel San Pietro en Castello había una fiesta de boda. Ayrton estaba tan molesto que se negó a sacarse una foto con los novios. Cuando se instaló en la suite 200, llamó a Adriane que a esa altura ya estaba instalada en la casa de Antonio Braga, en Sintra, cerca de Lisboa. Le contó acerca del accidente de Ratzenberger y volvió a romper en un llanto. Le dijo: “Tengo un mal presentimiento. Preferiría no correr”. A las 8.30, Adriane tenía vuelo a Faro.
La cena de esa noche había sido programada para celebrar el cumpleaños del fisioterapeuta, Leberer, en Trattoria Romagnola. No había ánimo. Leberer era también austríaco y amigo de Ratzenberger. Cuando regresó al hotel, encontró un mensaje de Frank Williams debajo de su puerta pidiéndole que fuera a su suite para charlar. Bajó las escaleras y habló con el director de su equipo, que lo encontraba mucho más tranquilo que antes.
Al volver a su habitación, volvió a llamar a Adriane. Después de 24 horas de viaje había arribado a Quinta do Lago. La charla fue larga y distinta. Le aseguró que iba a ganar y que en la vuelta de honor mostraría la bandera de Austria, en homenaje al piloto fallecido. Juraci, la ama de llaves, tomó el teléfono y le dijo que al otro día lo esperaría con su comida favorita para la cena: pollo a la parrilla y verduras al vapor. Senna no quería cortar la charla con su novia: “Hablemos hasta que llegue la mañana. Quiero pasar toda la noche hablando con vos”. El piloto ya estaba más distendido: “Quiero demostrarte que puedo ser el mejor hombre de tu vida”.
Ella le dijo se había estado entrenando y que el lunes lo acompañaría a correr por la mañana. Senna le confesó que lo había hecho cambiar de estado de ánimo. Se sentía más feliz. Quedaron en verse el domingo a las 8:30 de la noche, en el aeropuerto de Faro, cuando lo fueran a buscar. Fue lo último que hablaron.
DOMINGO 1 DE MAYO
A las 7.30, el capitán O’Mahoney lo llamó a la habitación para retirar su equipaje. El helicóptero lo esperaba para salir al circuito. Era un día soleado. En el Warm Up, Senna volvió a ser el más rápido y estaba satisfecho con el funcionamiento de su monoplaza. Desde el auto, envió un breve saludo a Alain Prost, quien por primera vez en el año iba a un Gran Premio y estaba en el box de Williams con los auriculares colocados: “Hola mi amigo… Te extrañé!”
Cuando volvió a los boxes, se dirigió al motorhome y se encontró con su archirrival. Desayunaron y dialogaron distendidamente con Prost durante media hora. Se apuntaron temas de seguridad a trabajar con los pilotos. El francés estaba sorprendido con la actitud de su ex compañero, con quien históricamente ni siquiera se saludaban cuando se cruzaban. Con el tiempo, Prost recordó: "Por primera vez en mucho tiempo, tuvimos una conversación muy normal: dejamos de lado las diferencias entre nosotros".
Finalizado el encuentro, Senna escribió una carta a los padres de Ratzenberger y le pidió a su vocero, Assumpcao, que la enviara por fax.
A las 11hs, Gerard Berger lo pasó a buscar para ir a la reunión de pilotos. Senna le pidió que hablara sobre la velocidad del Pace Car durante la vuelta de formación, porque él se sentía apuntado por las autoridades de la carrera. Se sentó en el fondo de la sala. Se hizo un minuto de silencio en memoria de Ratzenberger. Luego de la reunión, Senna se quedó hablando con Berger, Michael Schumacher y Michele Alboreto sobre temas de seguridad. Y acordaron continuar las charlas en Monte Carlo.
Luego se dirigió al Paddock Club de Williams a compartir media hora con los sponsors. Un momento que disfrutaba Senna de los fines de semana de competencia. De allí, se dirigió al box de Williams. Todos coincidieron luego que en esos momentos previos actuó diferente a lo habitual. Caminó alrededor del auto, examinando los neumáticos y descansó en el alerón trasero. Silencioso y solo. Betis Assumpcao contó después: “Por lo general, tenía una forma particular de ponerse la capucha ignífuga y el casco. Decidido y fuerte. Esperando la carrera. Ese día, por la forma en que hacía esos procedimientos, se notaba que no quería correr. No estaba pensando que iba a morir, realmente pensaba que iba a ganar, pero solo quería acabar de una vez y volver a casa. Él no estaba allí”.
En la grilla, Senna se sacó el casco y aguardó el instante de la largada. Por altoparlantes llegó el turno de presentar a Berger. Las tifosis explotaron en una ovación ferrarista en las tribunas. Ayrton giró su cabeza desde su habitáculo, lo miró a su colega y sonrió con alegría sincera. "Era la sonrisa de un amigo que estaba complacido de ver el apoyo y el amor de la gente por mí. Eso es lo último que recuerdo de él”, narró el austríaco. Leberer le alcanzó la bebida para un último sorbo. Se puso el casco y su fisioterapeuta aseguró que vio felicidad detrás de la visera.
Delante de todos, en la primera grilla… Allí iba Ayrton Senna rumbo a sus últimas vueltas para quedar inmortalizado. Para convertirse en leyenda.