Opinión
Le hicieron precio
Dentro de la escala de sanciones, las cuatro competencias que le dio la CAF a Omar Martínez es un castigo de los que se pueden denominar duros, debido a que no son habituales las medidas de ese calibre. Con esto, la ACTC al menos dividió las opiniones respecto a la resolución. Pero más allá del castigo social, en lo deportivo ¿es suficiente?
Así como las sanciones de este tipo no son comunes, tampoco lo son los casos de esta magnitud. Una trampa premeditada por el propio Martínez (se hizo cargo en su comunicado), con la que se buscó una ventaja deportiva, rompiéndose códigos de ética, comprometiéndose a la dirigencia de la categoría y la credibilidad del departamento técnico (tampoco son inocentes), burlándose de los rivales e hinchas. Así como sus antecedentes le jugaron a favor, su condición de referente, campeón e integrante de comisión directiva debería haber sido un agravante.
El entrerriano gozó de ciertos privilegios en la sanción. El derecho a apelar es uno de ellos, más allá de que haga o no uso de la opción. Esto le permitiría correr una carrera que entregará puntaje doble, tal como será la de este fin de semana en Olavarría, donde largaría desde la pole position. Luego, habrá tres semanas hasta la próxima fecha, tiempo suficiente para que el Tribunal de Apelaciones se expida (tiene 40 días para hacerlo). Si la confirmación del castigo saliera en ese período, en el caso de que apelara, el “Gurí” purgaría la sanción en tres fechas ya que en Termas de Río Hondo se correrán dos competencias y el castigo es por cuatro carreras.
Justamente, unas de las particularidades de la medida disciplinaria fue que se aplicaran carreras de suspensión. Ni fechas, ni meses. No solo le han otorgado el derecho a apelación que le permite a Martínez hasta especular con lo que más le conviene hacer, sino también continuar con chances matemáticas de pelear por el campeonato. Eso no es ni lógico, ni justo para sus rivales.
El motorista de Martínez, Julián Adamo, no fue sancionado porque el piloto -como responsable del equipo- se hizo cargo de la situación. Expuso a su joven armador a cometer una infracción. El castigo al “Gurí” no debería haber sido solo en su rol de piloto sino en su función como director de su propia estructura. Deberá cumplirlo solo en el TC según dispuso la CAF, cuando en otros antecedentes la suspensión también ha abarcado a las categorías menores de la ACTC, tal como sucedió con Claudio Garófalo. Sobre el Gurí Martínez Competición no pesa ningún cargo y podrá seguir compitiendo en el TC Mouras.
Omar Martínez continuará ostentando su cargo de Vocal 6° en la comisión directiva de la ACTC, a pesar de haber violado los principios éticos y morales que pregona la categoría. Y deberá pagar una multa por el equivalente a poco más del 50 por ciento de lo que le cuesta correr por carrera. Depende cómo se lo mire, la sanción puede ser dura o leve. Martínez se equivocó. Y los errores deben pagarse de acuerdo a su gravedad. En este caso, le hicieron precio…