Opinión
Aplausos para los que se arriesgan
En los últimos domingos hemos vivido situaciones que en la pista han despertado polémicas. Han puesto en el centro del debate las actitudes de los pilotos y las consecuencias de sus maniobras en el plano deportivo-reglamentario y por ende en el del espectáculo. Lo que sucedió en Alta Gracia con la emocionante definición del Súper TC 2000 fue uno de esos casos. En pista la gente vió una muy buena parte final de la carrera entre el Fluence de Leonel Pernía presionando y atacando al Peugeot de Damián Fineschi. La carrera tuvo vueltas decisivas con un alto voltaje emotivo, fricción, algunos toques y maniobras apretadas. El resultado de la pista fue diferente al de la clasificación oficial debido al recargo discutido sobre Fineschi. La carrera finalmente quedó en manos de un tercero en discordia, José Manuel Urcera. Dio gusto ver la disputa Pernía-Fineschi peleando y arriesgando para ganar una competencia.
En Concordia también volvimos a tener un desenlace con alto voltaje. Fue Mauro Giallombardo quien luego de una tenaz persecución intentó sin éxito superar al puntero Agustín Canapino casi sobre el epílogo de la carrera. Giallombardo intentaba recuperar lo que Canapino le habia ganado en la entrada obligatoria de boxes. Fue una maniobra para muchos inesperada o poco medida, incluso podría calificarse como agresiva. Le salió mal a Giallombardo. Quedó fuera de carrera desperdiciando un gran trabajo de todo fin de semana, y además golpeó al auto de su rival que a duras penas llegó y pudo ganar. También tuvimos una maniobra polémica en el TN de La Pampa con discutidas decisiones de las autoridades.
Lo importante es medir estas situaciones. No siempre coinciden las maniobras de pilotos que se juegan por una superación y contribuyen al espectáculo, con las frías reglas de la conducta deportiva. Muchas veces lo que se aplaude en la tribuna es castigado en los reglamentos. Y 'pagan el pato', los Comisarios Deportivos que aplican esos reglamentos, ayudados por la tecnología que disponen y definen con sus propios criterios. Sin entrar en la discusión de cual debió haber sido la mejor decisión en cada caso (en Concordia no hubo nada que discutir, y las autoridades no tomaron parte del asunto), lo que hay que resaltar son las maniobras de los pilotos, gusten o no. Salgan bien o mal. Ir a buscar un lugar, intentarlo. Salir de la medianía y del conformismo de sumar puntos y salvar el día con un podio. Giallombardo en Concordia podría haber elegido eso y quedarse atrás de Canapino, sumar sus primeros puntos importantes y estar en la foto del podio, pero eligió el riesgo y la maniobra le salió mal. Lo mismo en el caso de Pernía y Fineschi. Se la jugaron los dos. Regalaron un interesante espectáculo en la pista y lograron salir del esquema de carrera lineal que abundan en nuestro automovilismo. Bienvenidos aquellos que arriesgan, y aunque pierdan tendrán garantizado el aplauso y serán quienes correrán dando espectáculo. Sin entrar en las polémicas, lo que vale es que los pilotos mantengan el espíritu deportivo de querer ganar y superarse. Sin pensar en especulaciones reglamentarias o propias del negocio del automovilismo.