Opinión
LA TRADICIÓN SE VA PERDIENDO
Todavía recuerdo aquellas imágenes imborrables y sensacionales de un público eufórico, feliz, exultante al paso de las máquinas, pero además disfrutando del espectáculo al aire libre.
Cuando las categorías más importantes de la Argentina comenzaban sus temporadas en la costa atlántica o cerraban sus calendarios en el autódromo de Bs. As., la gente explotaba en luz, color y grito.
Pero los tiempos han cambiado y en la actualidad prevalecen los intereses económicos o tal vez políticos, por lo que la tradición se va perdiendo.
Fue magnifica aquella posibilidad en 1997 que me dio Carburando de relatar desde el avión transmisor, lo que con el tiempo fuera la última carrera del TC en ruta. Recuerdo haberle pedido consejos al genial “Mono” Gagliardi y al Dr. Guillermo De la Barrera, dos experimentados relatores desde el aire.
Y la visión de aquel domingo en el Triángulo del Tuyú, desde arriba fue increíble. Las banquinas tapizadas de público, muchos de ellos con sus sombrillas y sillas playeras, disfrutando de la apertura del calendario del TC.
Traverso, El Gurí, Urretavizcaya, Marcos Di Palma desde el fondo y el triunfo finalmente para Lalo Ramos con el Ford azul y blanco de Vermen.
Que espectáculo, un clásico, que la gente disfrutaba alternando el deporte con la playa.
Más acá en el tiempo la tradición se trasladó a Mar de Ajó. El autódromo “Luis Rubén Di Palma” también fue por muchos años el puntapié inicial de los campeonatos “teceistas”.
Pero no solo la categoría más popular lo hacía. Muchas veces el TC2000 realizó jornadas veraniegas históricas en el autódromo de Mar del Plata.
O el Top Race que lo hizo en sus comienzos en el semipermanente de la ciudad de Pinamar, donde todavía se conservan sus chicanas y el playón de boxes.
Se extrañan, arrancábamos de otra manera, comenzábamos con más ganas y el público lo anhelaba, se esperaba y se palpitaba de otra manera.
Situación parecida para el cierre de las temporadas. El “Coliseo” porteño era una cita casi obligada.
Muchas veces hasta se han hecho maratones de categorías para cerrar el año con un escenario completo.
Las coronaciones en el “Oscar y Juan Gálvez” tenían ese que “se yo, viste”.
El público fierrero y aficionado ya pedía entradas con anticipación y algunos se acercaban para pasar un domingo diferente, con la familia, o simplemente para conocer el mejor autódromo de la Argentina.
Esperemos que con el tiempo se vuelva a recuperar algo de esas joyas perdidas, y así el deporte motor recupere el atractivo y la atención de los aficionados y de los que han tenido la suerte de vivir una época hermosa del automovilismo argentino.