Opinión
Las tres caras de una moneda
Top Race empezó el año con cambios importantes en el formato de sus carreras. Con una mejora notable en la calidad de los pilotos y cantidad de autos y equipos, con un calendario ordenado, y con la aplicación de un campeonato lineal, con los nuevos y originales neumáticos con dibujo Dunlop, la supresión de los lastres y la tan esperada vuelta de la largada con partida detenida. Son varias modificaciones que han fortalecido a la categoría en el año del festejo de sus primeros 20 años de existencia. El conjunto de cambios vieron la luz desde el inicio en Paraná y transcurridas las tres primeras fechas del campeonato lo que vimos en la final de Salta llama a una primera reflexión respecto del formato de carrera larga, como 'evento regular' del campeonato. Desde las últimas temporadas la idea de realizar competencias tipo 'endurance' o resistencia con una duración superior a los 45 minutos hasta los 70, fue tomando cuerpo y con algunas variantes se estuvo aplicando hasta el inicio de 2017. Las estrategias de los equipos, los imponderables como los ingresos del Auto de Seguridad o la lluvia, o algunos 'atajos' reglamentarios en la mayoría de los casos desactivaron la idea original y atractiva de hacer carreras más largas que las habituales, con una goma que pudiera resistir bien tratada y con la carga de nafta por necesidad táctica. Una muy buena idea, interesante para su realización y que enseguida Top Race tomó como sello propio.
Este año en la primera fecha de Paraná se corrió una final larga (no tanto como alguna vez corrieron casi 70 minutos), pero como los autos tenían los tanques de combustible anteriores de algo más de 80 litros de capacidad no había inconvenientes en el consumo. Tampoco con los nuevos neumáticos japonenses que han respondido hasta ahora muy bien. Fue una carrera normal, con el formato de aquellas largas pero sin ingresos en boxes por necesidad de nafta. En la segunda fecha de Río Cuarto se estrenaron los nuevos tanques de combustible con menos capacidad y eso obligó a los equipos a agudizar el ingenio y a aplicar tácticas diferentes para disminuir el consumo y e incluir el ingreso a boxes inevitable en el plan de trabajo. Y así pasó. Todos los autos tuvieron que entrar para cargar nafta, más o menos litros según cada situación y si bien la final no se definió en su totalidad por las detenciones, los ingresos fueron determinantes en varias posiciones para bien o para mal. Fue un espectáculo entretenido. Tuvo un atractivo muy especial junto con la largada, en el trabajo de los equipos con la carga de nafta. Pareció que el formato original, consecuencia de la idea inicial de este tipo de carreras se instalaba de manera definitiva. La fecha siguiente de este fin de semana en Salta le agregó la enorme incógnita respecto de la salida de los autos desde la calle de boxes a la pista pasando irremediablemente por la zona de pista fuera del dibujo de la carrera en un trecho muy largo y con un ingreso no convencional y con cierto peligro. Todo fue solucionado con una linea amarilla, las advertencias de las autoridades y una chicana de gomas. Era la gran expectativa de la carrera junto con los ingresos a los boxes y las estrategias de los equipos para ganar la carrera en un circuito difícil.
Con el transcurrir del domingo empezaron a conocerse los planes de los equipos, y en muchos empezó a valorarse la posible entrada del AS y con ello el ahorro del combustible para poder llegar al final de la carrera de 35 vueltas evitando el ingreso a los boxes para cargar. Si bien lo no decían públicamente los que largaban en la grilla, algunos pilotos largando desde boxes demostraban que era posible jugársela con aquella especulación. Y fue asi nomás. El AS entró para sacar un auto mal despistado y fueron pocos los que entraron a los boxes para cargar nafta. Una vez terminado el AS todos los que quedaron en pista siguieron la carrera como si nada . Ninguno cargó nafta porque no lo necesitaba y blanqueaban de esa forma su plan de carrera. Los tiempos de vuelta en las últimas fue de 3 y 4 segundos por encima del inicio de la prueba y todos terminaron con muy poca nafta, pero terminaron al fin.
Cuando Mariano Altuna en el podio soltó que 'la gente no vino a ver esto' se refería al ritmo conservador del epílogo. Había que cuidar hasta la última gota de nafta. El ganador Agustín Canapino llegó con solamente 6 litros en su tanque. Si la carrera hubiera tenido algunas vueltas más la mayoría de hubiera quedado sin nafta o hubieran tenido que entrer todos a cargar. Y esa era justamente la idea por la que nació este formato. En Salta no funcionó así. Los planteos estuvieron motivados por la especulación del AS más que por la táctica propia. Y terminó siendo una final sin matices, sumando a ello la deserción en la primera vuelta de dos protagoinistas de mucho relieve como Matías Rossi y Matias Rodriguez. Es por eso que en tres fechas, hemos visto tres versiones de un mismo formato. Paraná con resabios de 2016, Río Cuarto con los nuevos tanques y con carga de nafta inevitable y Salta, sin ingreso a boxes en la especulación de lo que finalmente pasó con el AS. Creo que por el espíritu del Top Race la segunda opción es la que vale. Y fue al fin y al cabo la que más resultó para el espectáculo. Si bien en Salta hubo tensión y mucha adrenalina en las últimas vueltas por la expectativa de que alguno de quedara sin nafta, nada de ello ocurrió, y la especulación le ganó a la estrategia. Aquellos que apostaron por un camino un poco más pensado, perdieron. Ahora viene Chaco, con el atractivo de dos finales sin lugar para al especulación...