Opinión
Siempre lo vamos a extrañar al Pato Morresi...
¡Qué buen tipo y que pilotazo fue el Pato Osvaldo Morresi! ¡Qué tristeza enorme cuando nos enteramos de su golpe trágico contra otro maldito talud de tierra en la carrera de La Plata de 1994! Era un tipazo. Los periodistas de aquellos tiempos lo conocíamos mucho al Pato y en verdad tenía una personalidad que lo llevaba cada vez más rápido en la consideración de la gente, de los hinchas de Chevrolet y de otras marcas también.
Casi siempre con buen humor, activo, siempre en movimiento y pensando cosas nuevas para sus autos. Veloz en la pista, muy inteligente para correr y un estilo que el público sigue adorando, esa forma de correr en la que uno se da cuenta que el piloto no se guarda nada. Iba al frente con lo que tenía y a veces con más de lo que creía tener. Hubo carreras memorables de Morresi y su forma de ver el automovilismo quedó grabada en cada imagen de esos años.
Recordarlo hoy en un nuevo aniversario de su trágica muerte durante una carrera de TC no hace más que volver a aquellos tiempos de un automovilismo que hoy sería inviable y que sin embargo dejó una semilla que hoy lo sostiene a pesar de todo. Esas temerosas carreras en las rutas, que ya habían encendido muchas alarmas y una de ellas, la más cercana como la muerte de Roberto Mouras unos años antes, nunca fue atendida.
Un 27 de marzo, pero de 1994, el automovilismo sufrió un durísimo golpe cuando Osvaldo Morresi corriendo con un Chevrolet murió en el circuito de La Plata, en el camino 'Costa Sud' tras impactar contra un talud de tierra cuando marchaba en punta. El 'Pato' Morresi, como se lo conocía, encontró la muerte en el trazado semipermanente de La Plata, paradójicamente en el circuito que ganó dos veces en 1991. Como consecuencia del accidente también falleció su acompañante Jorge Marceca días después.
Morresi alcanzó su pico más alto en el TC en 1991, porque peleó a brazo partido con los Ford el campeonato hasta la última carrera y, al final, terminó tercero en el torneo que ganó Oscar Aventín. Y en 1993 fue piloto de la Misión Argentina en Daytona con los Oldmsobile que alquiló la ACTC para correr las 24 horas. En aquella histórica edición de Daytona compartió el auto con Oscar Aventín, Cocho López, y Juan Manuel Landa.
Osvaldo Morresi nació el 15 de agosto de 1952 en San Pedro, Buenos Aires, y la pasión por la velocidad la llevó de chico porque se inició en las divisiones inferiores para cualquier piloto, el karting. Desde diciembre de 1975 y hasta 1982, corrió en el TN en donde fue campeón en 1978 con un Fiat 128 con cuatro victorias y doce podios. Así llegó al Turismo Carretera y debutó el 8 de abril de 1984, en una fecha para no ganadores que se corrió en el autódromo de Buenos Aires. Morresi esa vez se subió a una coupé Chevy propiedad del equipo Supertap de Tandil, y fue segundo del Ford de Gustavo Degliantoni.
El 29 de abril de 1985, corrió por primera vez en ruta en el largo y espectacular dibujo de Tandil. Su gran día fue el 4 de mayo de 1986 cuando ganó por primera vez en el mismo escenario que lo vio debutar, el semipemanente de Tandil, y al final el año se sumó al equipo de los hermanos Satriano, Emilio y Pablo. En 1987 su unió al histórico motorista de Chevrolet, Jorge Pedersoli y un año más tarde formó equipo con nada menos que Roberto Mouras, quién fue después tricampeón de TC, pero con Dodge.
En 1989 Morresi decidió correr con motores de Omar Wilke, quien formó una dupla muy efectiva en la preparación con Jorge Pedersoli, y ganó su segunda carrera en la catedral del automovilismo, el autódromo Oscar Gálvez. Le ganó una carrera memorable en 1990 a Oscar Castellano en la última vuelta y ahí entró definitivamente en el corazón de la hinchada del Chivo.
Morresi alcanzó ocho triunfos en el TC, todos con Chevrolet, y un título de Turismo Nacional, y el 27 de marzo de 1994 iba a fondo y la muerte lo esperó en un talud de tierra, en la punta, y ganó la carrera de La Plata post morten. Igual que lo ocurrido con Roberto Mouras...
Desde 1999 funciona sobre la calle 9 de julio al 100 de San Pedro el Museo que lleva su nombre en el que se exhiben trofeos, elementos usados en su trayectoria y el último auto con el que compitió. A 24 años de aquel domingo terrible, el mejor recuerdo para un grande en las pistas y fuera de ellas. Un personaje que se hizo querer por todos y siempre nos regaló su simpatía, buen humor y actitud positiva. Así era el Pato.