Opinión
El síndrome Messi
Qué país Argentina! Tan fanática e irracional que es capaz de desacreditar hasta a sus propios ídolos. Aquellos embajadores que representan los valores de una Nación son más reconocidos afuera que de parte de quienes deberían enorgullecerse por ser hermanos de bandera. Una sociedad con la capacidad de cargar con la cruz a un incuestionable (para el resto del mundo) como Lionel Messi, por haber perdido tres finales seguidas, en lugar de agradecerle por haber llevado al equipo hasta el último partido. Un síndrome social que también se refleja en la noticia más relevante para nuestro automovilismo como es la llegada de José María “Pechito” López a la Fórmula E.
Que “el auto eléctrico no es automovilismo”, que “va a correr con licuadoras”, que “va a competir con el descarte de la F1”, que “es una decepción que vaya a esa categoría”, que “no le interesa a nadie”, y bla, bla, bla, bla… La historia repetida. Como cuando llegó al WTCC y se cansó de ganarles a sus rivales y ahí estaban los “campeones de la vida” agazapados para alzar la voz con que “no le gana a nadie”, que “corre contra veteranos”, que “los Citroën son de otra categoría”, que “es un campeonato de bajo nivel” y bla, bla, bla, bla…
El triste exitismo argentino. Una penosa enfermedad que enceguece. Pareciera que solo sirve llegar a la F1 y ganar 5 títulos para ser un intocable. Y así y todo también se le puede buscar la vuelta para encontrarle una mancha. Claro, es más fácil lanzar livianamente un “por algo no llegó a la F1” que destacar su condición de tester de un equipo campeón del mundo como Renault. O desmerecer los logros, antes que reconocer las veces que se puso de pie luego de tantos golpes.
López fue y es el piloto argentino más importante de los últimos 15 años. Por sus logros y por el camino que marcó con una conducta ejemplar. Arriba y abajo del auto. Por demostrar que dar un paso atrás no significa retroceder sino tomar envión. Porque enseñó que no hay un solo camino. Y que si bien el automovilismo gobernado por Bernie Ecclestone es el más codiciado, no lo es todo. El deporte no se termina en la F1, ni en el TC… Hay mucho más.
“Pechito” tuvo la capacidad de reformular su carrera deportiva y con ella su vida personal, más de una vez. Eso ya es un logro gigante. Hace poco menos de 10 años se subía por última vez a un monoposto (GP2) y sus sueños parecían derrumbarse. Volvió a su país para sufrir la claustrofobia en un auto con techo para volver a empezar. Hoy con 33 años sigue siendo reconocido y buscado por los equipos más importantes de los campeonatos mundiales. Abriendo puertas. Dejando huellas.
Hace dos años que asiste a la fiesta de premiación de los campeones del mundo de la FIA para recibir el trofeo. Es el monarca de una de las ocho categorías que entrega un título mundial. Y acá no alcanza. Es educado, respetuoso, reservado, profesional, talentoso y exitoso… Una fórmula que ni a Messi le alcanza para tener el reconocimiento absoluto. Al menos en su tierra… Qué país Argentina!